Todos merecemos amor, compasión, buen trato, respeto y ser valorados. Las mujeres en especial, tendemos a no darnos cuenta de lo mucho que merecemos, a no sentirnos merecedoras de cosas buenas. Puede que ello tenga raíz en la educación que desde pequeñas recibimos en nuestros hogares. Merecer amor es tener una mentalidad abierta a recibir la vida como una posibilidad de crecer, aprender y desarrollarnos en armonía. En principio, es necesario reconocer que no nos vemos a nosotras mismas como merecedoras. Que no somos tan buenas, solidarias o atractivas como nos gustaría, y que a pesar de no estar en la escala de nuestro ideal, podemos aceptarnos como somos, por el hecho de ser mujeres, criaturas de la creación, y milagro de vida y por tanto dignas de recibir amor. Cuando ya hemos logrado erradicar pensamientos de reproche, quejas, y resentimiento hacia nuestro ser; comenzar a vivir como deseamos.
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Aparentemente sería una buena opción porque después de tres o cuatro matrimonios tiene experiencia en conflictos, pero, en realidad, carece de experiencia para resolverlos. Si se le ocurre hacer un pequeño discurso durante la boda, tal vez mencione cosas que no le convengan. Si alguna vez acude a él en busca de consejo, nada garantiza que no vaya a salir a contar sus problemas. Si la boda es civil, cualquier persona con buenos valores es suficiente.
